Como muchos ya sabréis, nuestro proyecto está basado en la filosofía japonesa y centrado en la mejora continua. Pero más allá de la filosofía Kaizen, nuestro pilar principal, creemos que la sabiduría oriental está llena de muchos otros conocimientos valiosos.
Por eso hoy queremos acercaros el concepto de “Ikigai”, utilizado para referirse al propósito y solo apto para personas dispuestas a vivir la vida con verdadera pasión.
¿QUÉ ES EXACTAMENTE EL IKIGAI?
Como ya os explicamos en nuestro último post acerca del feminismo, muchas veces resulta más sencillo definir algo por lo que no es que por lo que sí es, así que vamos a intentarlo:
- El Ikigai NO es algo material.
- El Ikigai NO es un objetivo o un fin.
- El Ikigai NO es un resultado.
¿Qué es entonces? El Ikigai es la brújula, no el destino. Se trata más de cómo decidimos vivir cada día, en qué nos enfocamos, qué queremos hacer y cómo queremos hacerlo. Es algo similar a la filosofía Kaizen: trata del proceso y la mejora continua. Al ikigai, muchos lo traducen como propósito.
Como puedes ver en el siguiente gráfico, está compuesto por cuatro variables principales:
- Lo que amas
- Lo que necesita el mundo
- Por lo que te pueden pagar
- Lo que se te da bien
Si unimos dos de estas variables obtendremos la pasión, la misión, la profesión y la vocación. Sin embargo, es necesario que el propósito este formado por las cuatro variables al mismo tiempo:
¿POR DÓNDE EMPEZAR?
Primero quizás debes empezar por conocerte a ti mismo/a. Para encontrar tu Ikigai primero debes conocer dos cosas sobre ti:
- Tus talentos. Estos formarían la parte de "lo que se te da bien". Aunque te suene a tópico, todos tenemos alguno, solo que a veces no lo valoramos lo suficiente. Un talento no significa ser un prodigio del piano o saber hacer mortales triples. Un talento puede ser inspirar a los demás, hacer unas croquetas maravillosas o sacar una sonrisa a todos tus clientes por tu amabilidad. Si no encuentras ese algo, pregunta a los que te rodean. Sin miedo y sin vergüenza. Puede que descubras cosas maravillosas sobre ti mismo.
- Tus pasiones. ¿Qué es lo que de verdad te gusta o te motiva? Para esta parte, quizás puedas echar mano de nuestro ejercicio “Mis sueños”, que te dará una visión más amplia de lo que TÚ realmente quieres.
Después puedes continuar por observar tu entorno:
- Los problemas actuales, que formarían "lo que necesita al mundo". Ahora que ya sabes lo que quieres y lo que se te da bien, ¿cómo puedes utilizarlo para ayudar a los demás, para aportar valor?
- Lo que puede ser intercambiado por dinero. Además de ser algo que te guste, que se te de bien, y que pueda ayudar a gente, tiene que ser algo que pueda ser intercambiable por dinero, e incluso más importante: que la gente esté dispuesta a pagar por eso.
Del conocimiento a la acción
Una vez encuentras tu Ikigai queda un último paso: llevarlo a la acción. Practicarlo en tu día a día e incluso llegar a convertirlo en el propósito real de tu vida.
Te recomendamos que respondas a todas estos apartados, que lo dejes por escrito y establezcas un plan. Encontrar espacio para lo importante es mucho más sencillo cuando está por escrito, cuando te marcas unos objetivos y te comprometes contigo mismo.
Si ya tienes el planificador de Mi Kaizen puedes utilizarlo y convertirlo en tu coach, marcando tus objetivos a corto y largo plazo (por ejemplo, un objetivo podría ser dedicarte a ello en un plazo de 5 años). Y si no, no te preocupes, hazlo en una libreta o un folio. Pero hazlo (por ti).
Un último consejo
Los caminos cambian y se bifurcan. No te agobies, no le des demasiadas vueltas. Tu Ikigai siempre podrá evolucionar, al igual que lo hacemos las personas. Elegir un propósito no significa atarse a un destino y eso es lo bueno: uno no debe tener miedo a equivocarse porque el miedo solo paraliza. Sigue tu instinto, porque el único fracaso posible sería no intentarlo.
Y recuerda:
“Hasta el viaje más largo comienza con un solo paso”